5.8.08

Lo que queda del día

Desde hace algún tiempo le he seguido la pista a los libros de Kazuo Ishiguro. Pero nunca he dicho cómo fue que empezó esta búsqueda, que ha sido muy gratificante. Para los que reconocen el título de esta nota no debe de ser ningún secreto: fue a causa de la película que protagonizaron Emma Thompson y Anthony Hopkins, basada en el libro del mismo título.

Al empezar la película, que por otra parte me gustó mucho, aparece en los créditos el nombre del autor. De inmediato me pregunté: ¿qué motivó a un escritor japonés para escribir una película de época ubicada en Inglaterra? Se me ocurrieron varias teorías, y una fue que el guionista había adaptado la historia, moviéndola de país y continente.

Años después encontré una novela de Ishiguro: Nunca me abandones. Recordé el nombre del autor y descubrí que había llegado a Inglaterra a muy temprana edad. A ese libro le siguió Pálida luz en las colinas. Una historia bella y trágica. Y luego conseguí Cuando éramos huérfanos. Un extraño relato de detectives que transcurre entre Londres y Shanghai.

Finalmente, luego de muchos años, puse manos y ojos sobre el libro que había iniciado todo este mecanismo. Cada vez que leía el nombre del Sr. Stevens no podía evitar que en mi mente se formara el rostro de Anthony Hopkins, pero eso no fue obstáculo para disfrutar cada una de sus páginas. El mayordomo es nuestro narrador, quien desarrolla la trama como si nos confiara un secreto, como si nos hablara al oído acerca de los acontecimientos que se desarrollaron en Darlington Hall, la casa donde ha servido por treinta y cinco años.

Lord Darlington, al decir de su ahijado Reginald Cardinal, ha sido un peón útil para los nazis. Lo utilizaron para saltarse el servicio de relaciones exteriores y tener acceso a los más altos puestos del gobierno británico. Luego de muchos años de servicio, Stevens se pregunta si ha tenido algún sentido la lealtad que le ha guardado a su empleador, quien muere en el descrédito y el olvido.

Un millonario de Estados Unidos, el señor Farraday, ha comprado la casa y ha mantenido a Stevens a su servicio, sólo por el gusto de poseer un verdadero mayordomo inglés como los de antaño. El señor Farraday le permite a Stevens hacer uso de un automóvil Ford, que éste utiliza para recorrer una parte del país y visitar a la señorita Kenton. Tiene la intención de convencerla para que regrese a su antiguo puesto en Darlington Hall, pues cree haber encontrado en una carta que la ahora señora Benn le envió días antes la disposición necesaria, y en la que también anunció que se había separado de su esposo.

A lo largo del libro, las confidencias que nos hace Stevens crean un panorama de una sociedad rígida, decadente y en grave crisis. Pero también descubrimos el miedo que puede provocar el amor -Stevens nunca admitió que entre la señorita Kenton y él había algo más que una relación profesional-, el temor de abandonar el terreno ya conocido. Una excelente película provino de un excelente libro, maravillosamente escrito por Kazuo Ishiguro.

No hay comentarios: