4.7.09
La vaca
Durante años me pregunté por qué Augusto Monterroso tituló un libro de ensayos con un nombre tan común como La vaca. Cuando lo leí me di cuenta que el título es lo de menos. Es el trabajo de este autor lo que en realidad importa.
Ignoro si en realidad estos escritos deberían recibir la categoría de ensayos. Son en el mejor de los casos reflexiones. Pero de nuevo la pregunta: ¿importa acaso? No. Lo importante es la calidad de los textos, y la forma en la que disfrutamos al leerlos. Ahí radica la belleza del libro.
Sin duda mi favorito es Mi relación más que ingenua con el latín, donde comenta que en su juventud descubrió "lo mal hablados que podían ser los clásicos", y por lo que comenzó su amor por ellos. Su afición llegó a tal extremo que junto con un compañero de estudios le jugaron una broma a un mesero en varias ocasiones: le pedían en latín un sandwich de queso y una cerveza.
En Milagros del subdesarrollo comenta que en su adolescencia frecuentaba la Biblioteca Nacional de Guatemala, que era "tan pobre que sólo contaba con libros buenos" (!!). Dice que el presupuesto era tan escaso que no podían darse el lujo de comprar libros malos, es decir, modernos.
A lo largo de estos escritos encontramos de nuevo al Monterroso que salpica con buen humor sus páginas. No es un libro pretencioso, sino uno que recolecta una serie de reflexiones vertidas a lo largo de muchos años. Es un libro para disfrutar, como quien disfruta un helado, una canción. La literatura no tiene por qué ser siempre seria.
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