23.6.09

Día Olímpico


Cada 23 de junio se celebra el Día Olímpico a nivel mundial. En la Tierra de collares se organizan diversas competencias deportivas alusivas a esta fecha. La actividad que reúne al mayor número de participantes es una carrera ya tradicional que el domingo pasado convocó a cerca de 8,000 personas.

La carrera tenía tres salidas: la primera era en el estadio Las Delicias, en Santa Techa. La segunda frentre al busto de Walter Deininger, en la entrada a Antiguo Cuscatlán. La tercera frente a la UCA. La meta de todos los participantes era el estadio Mágico González. El premio era una camiseta conmemorativa y la satisfacción de haber completado el trayecto.

Yo también participé en el evento. Salí desde Antiguo Cuscatlán. A las siete y media de la mañana estábamos reunidos ahí cerca de trescientas personas. Todos con nuestros números entregados por el Comité Olímpico. El mío era el 7,160. Sin ceremonia previa se dio la salida y comenzamos a correr. En total teníamos que cubrir seis kilómetros.

Todo fue bien hasta llegar a la Ceiba de Guadalupe, en la entrada a San Salvador. La sorpresa ocurrió cuando vi a la multitud que copaba la Autopista Sur. Cerca de 7,000 personas. Había gente con patines o bicicletas, había algunos con perros, ancianos con su número en la espalda que caminaban junto con su familia, estudiantes, parejas de novios tomados de la mano, etc. Increíble. No me lo esperaba.

Me entró la desesperación debido a que encontré tanta gente que avanzaba muy despacio. Había unos señores que salieron conmigo de Antiguo Cuscatlán y que se miraban muy fogueados. Traté de mantenerme cerca de ellos, pero eso significaba sortear a los más lentos. Literalmente volábamos entre estas miles de personas.

Cerca del Bulevar Venezuela perdí de vista a mis referentes, aunque ya no importaba porque estábamos cerca del estadio Mágico González. Sin embargo, mi ritmo de carrera había sido mucho más rápido del acostumbrado. Llegué muy cansado al estadio, aunque nunca me detuve. Cuando entré a la pista ya había cerca de mil personas ahí. Había que hacer cola para obtener un vaso de bebida rehidratante y también para las camisas conmemorativas. Fue un pequeño caos, pero nada a lo que no estemos acostumbrados.

Cuando me fui del estadio con mi camisa del COES en la mano encontré a algunas personas que aún no habían llegado a la meta. Les aplaudí y los animé a continuar. En la parada de buses, mientras esperaba el micro que me llevaría a mi casa, coincidí con uno de los muchachos que salió conmigo de Antiguo Cuscatlán. Nos saludamos. De la misma manera, en el transporte colectivo, intercambiamos saludos con aquéllos que regresaban a casa luego de completar la carrera.

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