Como todavía estoy de vacaciones he despilfarrado el tiempo en hacer nada. Lo único productivo que he hecho en estos días ha sido barnizar la puerta de mi casa. Me ha costado un montón leer un libro que me prestaron. Al principio me gustó la historia, pero después le perdí el gusto. Lo terminé a los empujones.
Ayer, 1 de enero, recibí un correo de una librería local en el que anunciaban descuentos de hasta el 30% en las compras en efectivo. Ni corto ni perezoso, me apersoné al lugar. Tuve la suerte de encontrar a unos amigos -un matrimonio-. Mientras paseaban a sus niños aprovechaban también la oferta de libros. Me gusta comenzar el año hablando de lecturas con gente que anda en el mismo rollo, a la caza de buenos títulos.
Y aunque la resaca de sueño ayer fue severa, en las horas que estuve despierto aproveché también para ver dos películas mexicanas: Inspiración y Cansada de besar sapos. De la primera me quedo con la actuación de Arath de la Torre, aunque Bárbara Mori tampoco lo hizo mal. En la segunda película me gustó mucho la actuación de Ana Serradilla. Las dos son comedias románticas, aunque me pareció que en ambas el final fue un tanto precipitado.
Lo que me quedó claro es que si alguna vez intentamos crear una industria del cine en la Tierra de collares llevamos un siglo de atraso. Estas películas mexicanas, por muy sencillas que sean, tienen el respaldo de una industria que ha dado mucho de qué hablar en el mundo. No sólo por la infraestructura y la técnica, sino también por los actores. Nosotros carecemos de esos hombres y mujeres que como magos se encarnan en sus personajes.
Ya me puse serio. Mejor ahí la dejo y sigo viendo películas.
2.1.08
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