13.11.07

El placer de la relectura

En ocasiones me sucede que, mientras leo un libro por primera vez, también releo otro al mismo tiempo. Hay un encanto especial en algunos libros que recordamos y visitamos de vez en cuando. Forman parte del círculo selecto de nuestros amigos.

En la relectura podemos saltar cincuenta páginas e ir directamente a los pasajes que más nos agradan, avanzamos y retrocedemos como si se tratara de un disco de nuestra banda favorita. O podemos hacer la lectura completa, si ese es nuestro deseo. A veces sucede que hacemos más anotaciones o subrayamos más líneas. La segunda o tercera visita es quizá más distendida, y sin duda más hedonista.

Hay amigos que releen su libro favorito cada año. Hay otros que tienen un libro de cabecera, al que vuelven de noche en noche, o cuando se sienten tristes. Yo prefiero textos ligeros, o aquellos que me han asombrado cuando los encontré por primera vez. La novela que he leído más veces ha sido La ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosa. Fue el primer libro que encontré de este autor. De ahí tal vez mi predilección por él.

Me doy cuenta que la mayoría de mis relecturas son de narrativa: novelas y cuentos. Pero también hay algunos libros de poesía. Me gusta en especial retomar la Summa de Maqroll el gaviero, de Álvaro Mutis, y algunos poemas de Kavafis.

Releer es volver a vivir.

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