21.5.07

Las pequeñas memorias


Una persona que no sepa quién es José Saramago y que lea este libro no tendría idea de que se trata de un recuento de imágenes de alguien que obtendría muchos años después el Premio Nobel de Literatura. No se encuentran aquí los típicos episodios del jovencito ratón de biblioteca, del muchacho que se refugia en sus diarios o en un mundo de fantasía creado alrededor de las historias de hadas.

Los recuerdos que Saramago rescata en Las pequeñas memorias son, por lo general, de la vida que llevaba en familia. Hay muchas anécdotas que recrean el hogar de sus padres, el de sus abuelos maternos y el de otras familias con las que estaba relacionado. Es la historia de muchas personas que, de no ser por el autor, habrían caído en el olvido que procura la muerte. Por esta razón encontramos también al primo con el que siempre peleaba y la muchacha de un pueblo vecino de quien estaba enamorado y que con los años se casó con un sastre.

Saramago ha dicho que no escribirá una continuación de estas memorias. Aunque el libro se centra en su infancia y adolescencia, hay alguna que otra referencia de su vida posterior, de sus novelas, de sus ideas políticas. Es un texto melancólico, que celebra la vida de aquéllos a los que tuvo cerca en sus primeros años.

Este libro es la historia de una familia pobre, del padre que es policía y de la madre que administra su hogar, del hermano muerto apenas a los cuatro años de edad. Entramos al mundo del abuelo que, sintiendo la cercanía de la muerte, se despide de sus amados árboles. Conocemos a la abuela que, a sus noventa años, le dice a su nieto: "el mundo es tan bonito y yo tengo tanta pena de morir".

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