27.3.07

El día y la noche en Eynix.

No sé si deba llamarles día y noche, porque no existe un sol que nazca en el oriente y se oculte en el poniente. No sabemos cuál es la fuente de luz que nos acompaña durante doce horas. Al amanecer, la luz se incorpora en el cielo como si alguien hubiese apretado un interruptor. Es un cambio violento que destruye la oscuridad en un pestañeo.

De la misma manera, no existe un ocaso gradual. No sabemos de celajes o de un ocultamiento del sol. La luz se consume en un segundo y deja paso a la oscuridad. Según las crónicas de los tiempos antiguos, los primeros moradores de Eynix pasaban las doce horas de oscuridad durmiendo. Sólo unos cuantos permanecían despiertos, filosofando sobre el singular mundo al que fueron transportados.

Con el paso de los siglos se descubrió la piedra llamada Im, que al ser amontonada junto a varias de la misma materia despide luz suficiente para acompañarnos durante la noche. Sin el Im estaríamos confinados a la más completa oscuridad.

Nadie conoce la naturaleza del Im. Fue descubierto por los exploradores de las cuevas más cercanas al gran océano. Se distingue por su color verdoso y su temperatura cálida, que mantiene aun dentro del agua. No puede emitir luz de manera independiente. Debe ser apilada con otras similares para que la luz glauca emane de sus entrañas.

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