Es así como se conoce al 12 de octubre en la Tierra de collares. Otros le llaman día de la hispanidad o del descubrimiento. Hay quienes han sugerido el políticamente correcto "día del encuentro de culturas".
No adopto las posturas extremas de los que quieren que volvamos a vestir taparrabos y adorar al sol y a la lluvia. Tampoco estoy con los que desean ignorar nuestro pasado precolombino, como si la historia comenzara el día que las tropas del Adelantado y sus refuerzos tlaxcaltecas penetraron por primera vez el territorio que ahora forma el país. Somos la unión de dos culturas, en la que una de ellas, ancestral y autóctona, sufre porque es rebajada y restringida a postal turística.
Hablamos español -o castellano, como quieran-. Nuestra piel es morena, blanca, negra y amarilla. En la escuela nos enseñan los nombres de héroes míticos, que nunca existieron: Atlacatl el viejo y también el joven. En mi ciudad hay una estatua a uno de estos paladines. Un amigo dice que su tocado de plumas es de la nación Lakota, y yo pienso que es Sioux. Somos la suma de varias contradicciones, que se modifican y aumentan conforme pasan los años.
Ahora jugamos al fútbol, comemos hamburguesas, nos gusta el reggaetón -¡Dios me libre!-, leemos Selecciones y soñamos con irnos al norte. No sé qué nos espera en el futuro, pero me gustaría mucho que en verdad aprendiéramos de nuestros errores, y lográramos enderezar un poco este barco maltrecho que hasta hoy llevamos muy a la deriva.
¡Amén!
12.10.05
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1 comentario:
Pinter es otro caso de escritor desconocido para nosotros, que ahora tendremos oportunidad de conocer gracias al Nobel.
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