7.9.05

Inventario de objetos macabros que guardo en mis bolsillos

Un carnet de reservista, dos balas de calibre treinta y ocho, dos coquitos de Mary Jane, dos fotos del único hijo de mi madre, un boleto para la entrada general del estadio Cuscatlán, una billetera que le robé a un borracho en el puerto de La Libertad, y dentro de ella dos billetes de un millón de córdobas, con sus respectivos sellos descoloridos.

Un pañuelo manchado con un brote de saliva sanguinolienta, un bolígrafo que le quité al mismo borracho de la billetera, al que tuve que golpear para dejar inconsciente, una navaja oxidada, una tira de pastillas para adelgazar, una tarjeta de presentación perteneciente a Harry Haller, el número de teléfono de una mujer despechada, dos hojas de Biblia de 1960, del Libro de los Salmos.

Una lista, escrita en una servilleta, que resume mis temores e inseguridades, disfrazada como un inventario de los objetos macabros que guardo en mis bolsillos, y que dice: “Un carnet de reservista, dos balas de calibre treinta y ocho…”

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