15.10.09

A 30 años del golpe de estado de 1979

El recuerdo que rescato de ese día fue el rostro de mi tía abuela, que vivía en Atiquizaya y que ese día llegó a visitarnos. No me saludó. Entró al dormitorio y encendió la radio. Escuché una cascada de voces confusas, tonos acelerados. No saqué nada en claro. Yo tenía once años y me quedé callado, sin comprender.

El siguiente recuerdo es del día siguiente. La nota de portada de la prensa era el derrocamiento del general Romero. En la foto vestía ropas de civil. Estaba cabizbajo, resignado. Su orgullo se había ido al demonio. No le encontraba parecido con su hijo, el que en alguna ocasión jugó en la selección nacional de fútbol como defensor.

He leído una nota de prensa en la que descubro que Monseñor Jesús Delgado, quien por esas fechas era un colaborador del Arzobispo Arnulfo Romero, fue uno de los enlaces entre la curia y los que planeaban el golpe. Otro de los enlaces posteriores fue el padre Francisco Estrada, quien diez años después se convertiría en rector de la UCA luego del asesinato de Ignacio Ellacuría.

Hace algunas semanas se publicó el libro Un golpe al amanecer, en la editorial Índole. El autor es Rodrigo Guerra y Guerra, quien también fue el autor de la proclama del movimiento golpista. Asistí a una conferencia que impartió a propósito del libro, y me contó que él se enteró de la existencia de al menos un grupo más que planeaba un golpe contra el gobierno militar.

¿Cuánto habría cambiado la historia nacional si ese grupo se hubiera adelantado? Me temo que poco. La polarización era extrema y los grupos que se insertaron en el gobierno transitorio habrían entrado a cualquier otro que se hubiera formado. La mesa se preparaba para el banquete del odio... y del desastre.

No hay comentarios: