27.5.09
Ascenso al volcán de Santa Ana por el costado norte (II)
La noche que pasamos cerca del cráter fue tranquila, apenas cayó una llovizna en la madrugada -de la que me enteré por uno de los compañeros del viaje-. La temperatura era de unos soportables doce grados centígrados. A las cinco y media de la mañana salimos a ver el nuevo día y sus magníficos colores.
A las seis de la mañana el sol aparecía alto en el horizonte. Con nuestros ojos y cámaras vueltos hacia el oriente contemplamos cómo ascendía en el cielo y rompía el cerco de nubes. Luego nos aproximamos al borde del cráter y buscamos un lugar desde el cual pudiéramos fotografiar el Lago de Coatepeque.
El color azul aún no se había vertido en el lago. Sus aguas reflejaban un tenue color dorado. Tuvimos mucha suerte. Si el cráter hubiese estado lleno de nubes no habríamos encontrado este maravilloso paisaje que compensó todo el esfuerzo que hicimos para subir hasta la cumbre.
He añadido a esta nota una panorámica del cráter. Hagan clic sobre ella para observar con mayor detalle. Como se darán cuenta, no hay fumarolas que surjan de la chimenea. En los alrededores se advierten los depósitos de ceniza, producto de la erupción de octubre de 2005. La ceniza se ha mezclado con el polvo y en algunos sitios tiene poca consistencia, por lo que resulta peligroso acercarse a la orilla del cráter.
La laguna de aguas azufradas sigue con un nivel muy bajo comparado al que tenía antes de la erupción de hace cuatro años. Sin embargo, uno de los compañeros del viaje filmó el centro de la superficie y encontró un burbujeo constante. El volcán no ha muerto. Por el momento duerme.
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