Fernando del Paso nos transporta al vasto y poblado mundo de los libros que hablan acerca del Caballero de la Triste Figura. Como su título indica, el viaje no es hacia el centro del tema, sino a los suburbios.
Esta lectura me ha dejado sorprendido en muchos aspectos. Primero porque su autor ha consultado una amplia biblioteca relacionada con la obra maestra de Cervantes, suficiente para mantener ocupada a un par de generaciones. Pero también porque no imaginaba cuántos autores han hablado acerca del Quijote. De Nabokov a Dostoievsky, de Ortega y Gasset a Unamuno, de Rubén Darío a José Enrique Rodó. Cuatro siglos y el tema se mantiene vigente.
En el tercer capítulo el autor aborda un tema apasionante: el salto de un personaje del Quijote apócrifo al cervantino. No sabía que Don Álvaro Tarfe era un engendro del libro de Avellaneda. No lo he leído y sólo conocía algunas reseñas. Si el autor anónimo que ahora citamos como Avellaneda se apropió del ilustre caballero, Cervantes tomó venganza y trasladó a Don Álvaro para desacreditar al impostor.
El sexto capítulo tiene un nombre provocador: Don Quijote de nuevo crucificado. Ignoro si es una parodia del título de Kazantzakis. Como sea, Del Paso analiza las declaraciones de varios autores, que elevan a la santidad al personaje manchego. Critica estas posturas, y nos muestra con diversos ejemplos la condición humana, y no etérea, del Quijote.
Así como Del Paso ha estudiado una parte de los libros que han hablado del Quijote, su propia creación se ha convertido en un habitante más de esos suburbios. Así como yo he escrito una nota sobre este texto, es probable que alguien haya escrito un libro que lo mencione, deconstruya y clasifique. Luego vendrá otro libro que hable sobre este último, y así hasta el infinito.
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