22.9.08

Europa


Hay películas que vemos porque prometen una buena historia, o porque en ellas se presentan actores o actrices que seguimos a todas partes. Pero también hay películas que vemos porque admiramos el trabajo de su director. Así ocurrió con Europa, del magnífico director danés Lars von Trier.

Para ubicarnos en el tiempo: esta cinta es anterior (1991) a otras de von Trier que se han exhibido en el país y que han tenido una buena recepción: Breaking the waves, Dancer in the dark y Dogville. La experiencia fue satisfactoria. Se trata de una película con muchas alusiones al cine de la década de los años treinta y cuarenta. Utiliza técnicas antiguas que le imprimen un sello especial.

Al final de la segunda guerra mundial, Leopold Kessler, un estadounidense hijo de un emigrante alemán, regresa a la tierra de su padre para trabajar en una compañía de trenes. Es un idealista que desea contribuir, muy a su manera, a aliviar el dolor que padece Alemania luego de su derrota militar. Pero pronto se da cuenta que hay muchos intereses que se mueven a su alrededor.

Kessler cae en medio de una lucha en la que cada parte intenta reclutarlo para su causa. Los estadounidenses planean utilizarlo para desbaratar a la resistencia nazi que ha sobrevivido a la deblace germana. La resistencia efectúa operaciones osadas para dar muestras de vida. Mientras tanto, encontramos una Alemania destruida, cuya población sufre el rigor de la ocupación a que la someten las potencias vencedoras.

La película es dura. Una familia judía regresa de Londres a su ciudad natal, sólo para ver que ahí no queda una piedra sobre piedra. Kessler es testigo de primera mano de la crueldad con la que los bandos aún en disputa realizan sus acciones. Se ha enamorado de la hija del dueño de la compañía de trenes, y está dispuesto a cualquier sacrificio con tal de protegerla. Una buena actuación de Jean-Marc Barr, quien ha intervenido en varias de las películas de von Trier, y a quien vi por primera vez en Azul profundo.

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