4.6.08

En el karaoke

Hoy por la noche aprovechamos que una amiga que vive en los Estados Unidos anda aquí de vacaciones para ir al karaoke. Éramos varios amigos en la mesa, y tres de nosotros nos animamos a subir al escenario. Yo alcancé a hacerlo cinco veces.

El karaoke al que vamos tiene un repertorio variado, pero tiene el problema que asigna una canción por mesa en cada ronda, en lugar de una por persona. Si hay varios cantantes en la misma mesa es cuando la espera se hace larga. Hoy por suerte llegamos temprano y aprovechamos que al principio no había mucho público.

En el karaoke existe un ingrediente adicional: cada vez que va a iniciar una canción uno espera que sea la suya. Debe estar preparado para subir corriendo al escenario, o pedir al operador que coloque de nuevo la melodía al inicio. La expectativa está también por saber cuál canción es la que van a interpretar los demás.

También existe la política del buen vecino: aunque el extraño que subió a cantar una ranchera lo haga de la patada, la norma de cortesía es que todos aplaudan. Cuando a uno le toca el turno nunca sabe cómo le saldrá la canción que ha elegido, y esos aplausos pueden servirle de consuelo.

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