La dama Eowyn vaga entre las tropas que cabalgarán a socorrer a Minas Tirith. Tiene la fortaleza necesaria para mostrarse firme, pero en su interior, el corazón que late con firmeza, llora la partida del señor Aragorn.
Ella ha sido una mujer fuerte, que aprendió a cabalgar y blandir una espada. Está sentada en el trono de Rohan mientras Théoden, el rey, se encuentra lejos con su ejército. Pero su alma se ha quebrado porque Aragorn la rechaza.
La compañía gris ha partido sin ella, en busca de los Senderos de los muertos, la ruta de la que nadie ha vuelto. Es Aragorn quien dirige la columna, y deja atrás a la dama Eowyn, desesperada, convertida en una mueca de tristeza.
Pero Eowyn no se resigna. Partirá con la caballería, escondida entre ropas de caballero, a encontrarse con su destino en los campos de Pelennor. No sabe que en esa batalla verá morir a su rey. No sabe que un futuro luminoso le espera algunos años después.
27.11.07
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