Luego de un par de intentos por comenzar a leer este libro, por fin los astros convergieron en el cuadrante apropiado en el cielo. Y no es porque no me gustara, sino porque empezaba a leer otro al mismo tiempo y postergaba el de Vargas Llosa.
Muchas personas me dijeron que La guerra del fin del mundo era la novela de Mario Vargas Llosa que prefieren. Y es que el trabajo de investigación que el autor llevó a cabo para completar el libro fue gigantesco. Gracias a eso el texto ha sido dotado de un ambiente complejo y poderoso.
La guerra de Canudos, uno de los episodios más sangrientos del Brasil en el siglo XIX, es retratada en este libro con una mano maestra. El personaje que puso en marcha la rebelión fue Antonio Consejero, un líder religioso que aglutinó a miles de personas a su alrededor. Fue en Canudos (en el estado de Bahía) donde levantaron un poblado que resistió varios ataques de las fuerzas gubernamentales, hasta su caída definitiva en 1897.
En la foto que acompaña esta nota observan el cadáver de Antonio Consejero, que fue exhumado por los militares varios días después de la muerte del líder mesiánico. A medida que avancé en la lectura, simpatizaba más con estos personajes que, sumidos en la mayor pobreza, se rebelan contra un estado que los mantiene en el olvido. Los pobres, enfermos, asesinos y ladrones del sertón son tocados por el ángel gracias a la iluminación del Consejero, que les promete las puertas del cielo. En Canudos crean una colectividad donde todos son iguales, donde el dinero de la recién estrenada república no tiene ningún valor.
Una persona me preguntó si esta es una novela "triste". Dudé y al final le contesté que no -quizá para que se animara a leerla-. Me cuesta mucho contestar a este tipo de preguntas porque, en efecto, la historia de un grupo de olvidados que se rebela, y es exterminado por el ejército, no puede ser una historia feliz. Yo no leo una novela porque el tema sea triste o no, sino porque me gusta ver cómo el autor refleja el drama de la existencia humana. En este libro, Vargas Llosa lo ha conseguido de manera asombrosa.
4 comentarios:
Éste es quizás el libro que más me gusta de Vargas Llosa. Después de ese libro, no pude leer ninguno de los siguientes, aunque por los comentarios, creo que no me perdí de nada. Medio leí los Cuadernos de don Rigoberto, 5 mil años después, y no lo pude terminar, me pareció un insulto ante la excelencia de La Guerra del Fin del Mundo.
Con Vargas Llosa me pasa que mi libro favorito es La ciudad y los perros, pero el mejor de sus libros, en mi opinión, es Conversación en la catedral.
Opino igual que vos. Los cuadernos de don Rigoberto me pareció un libro lamentable.
Me ha pasado igual que a vos con este libro y con Los Cuadernos... alguien me dijo un día que era imposible que Vargas Llosa tuviera tiempo para investigar, ordenar datos, escribir, viajar, dictar conferencias, escribir columnas en el periódico y demás revistas, por lo que lo más provable era que alguien más lo hiciera por él. No he logrado confirmar el dato... pero confieso que me dejó un poco fría respecto de su obra. Pero dado tu comentario sobre este libro intentaré terminar lo comenzado. Saludos.
Creo que Vargas Llosa ha decaído en sus libros precisamente porque hace demasiadas cosas que lo distraen de la literatura. O a lo mejor ya dijo todo lo importante que tenía que decir. No es casualidad que sus mejores libros sean los de la primera parte de su carrera.
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