Calor y vacaciones

No suelo quejarme de la temperatura o del clima, pero ahora siento ganas de desahogarme porque en los últimos días hemos padecido de una fuerte ola de calor, típico de esta temporada.

He abierto todas las ventanas y me quedo fuera de mi habitación hasta la noche, pues justo sobre mi cama cae el sol de la tarde. Cuando manejo enciendo el aire acondicionado y lo dejo muy fuerte. Que conste: cuando voy al taller pido que carguen el equipo con gases que no afectan la capa de ozono.

Hoy he utilizado el día para pagar varios recibos y hacer, por fin, mi declaración de impuestos. Los bancos estaban sobrepoblados. Había mucha gente sacando pisto (en dialecto tierradecollarístico significa “dinero”) para gastar en estas vacaciones, aunque supongo que había algunos que también pagaban recibos. Como no soy un amante de la playa –con ir una vez al año me basta-, y no me gusta conducir en las carreteras durante esta época, soy ajeno al fenómeno de la ciudad trasladada a las costas.

Algunos amigos ya se fueron a las playas a achicharrarse y comer mariscos con arena. Yo me quedaré un par de días en la ciudad viendo películas y escuchando música. Cuando era niño hacía destrozos durante la semana de vacaciones y cuando faltaban dos o tres días para regresar a clases comenzaba a hacer la tarea. Hoy hago lo contrario: termino todos mis pendientes y luego salgo de la ciudad.

Las lluvias que han caído sólo sirvieron para alborotar el calor. Qué bueno que no lavé el carro hoy temprano. Habría quedado bien pringueado (pringa = gota) por el chubasco de la tarde.