23.9.06

Tu habitación

Veo la primera fotografía. Estás frente al Neptuno. Y sí, tenés razón, recuerdo muy bien esa estatua. Justo en el lugar donde estás parada me detuve y le pedí a un turista chino que me tomara una foto. Pero yo estoy en la imagen con un abrigo grueso, y vos te ves muy fresca con esa blusa rosada y el cabello recogido.

La luz que entra por la ventana es lo primero que noto en la segunda fotografía. La ventana en el centro de la imagen, la estufa a los pies de la ventana, las cajas frente a la estufa. La luz se abre camino e ilumina los cuadros en los que estás trabajando. Me gusta tu habitación.

A la derecha de la fotografía, en primer plano, observo uno de los cuadros que preparaste para tu exposición. El mapa de todos los sueños. Observo las hojas de otoño levitando en la tela, los botes alineados en la orilla, la figura infantil que corona el mar de bruma donde navegan los botes, los peces que se apropian de la imagen y que están a punto de salir a jugar por todos los rincones de tu habitación. Se alejarán del ventilador, pero les causará curiosidad el pequeño espejo donde se reflejan la pila de libros y el picaporte de la puerta blanca.

En una esquina de la pantalla del televisor observo el reflejo de otra ventana. Me atrevería a decir que en ese reflejo encuentro el verde de un árbol. Sería demasiado. No distingo con claridad la figura que está a la derecha del espejo. parece un busto. Y detrás del espejo, en la pared, creo descubrir un grabado.

Acerco mi nariz a la fotografía, pero no logro percibir el olor de los pigmentos o las telas. El ventilador no me refresca. La luz que entra por tu ventana no me ilumina la cara. Tampoco puedo tomar el control remoto y encender el televisor para observar una película de Hollywood doblada en italiano. No puedo dejar sobre el escritorio los dulces de nance que tanto te gustan.

Me encanta observar el ambiente que has creado. Cuando estás aburrida, ¿mirás por la ventana la lluvia? En mi imaginación tomaste la foto en un día de lluvia. Quizá no pudiste salir a la calle. Serían las ocho de la mañana. Querías hacer unos bocetos junto al río, pero preferiste quedarte y ordenar unos papeles, hacer la limpieza y preparar la comida de la tarde. Entonces te diste cuenta que la luz era perfecta, tomaste tu cámara y capturaste el instante.

Se aproxima el invierno, la estación que menos te gusta. Cuando llegue tenés que abrigarte bien.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué hermoso texto!

Anónimo dijo...

Cierto, muy hermoso.
Me parece real ¿me equivoco?

Anónimo dijo...

¡Quien fuera ella para que me escribieran algo tan lindo!

Anónimo dijo...

mmmmm no, no me gustaría estar en el lugar de nadie.

Solo me gustaría, siendo yo misma sin máscaras y con más defectos que virtudes, haber inspirado cosas hermosas.
A lo mejor, alguna vez lo hice? ¿lo hago?... puede ser, no lo sé, pero sueño que sí :o)

Unknown dijo...

En efecto, las fotografías existen. No quise colocar las imágenes en la nota. Es mejor que ustedes las construyan en su mente.

Anónimo dijo...

muito hermoso muitu oblicado.