Alma de empresario

Tengo un amigo que me contó este día que junto con varios de sus familiares han reunido el capital suficiente para montar una sucursal de una franquicia internacional. Vieron la oportunidad y se lanzaron a la piscina. Dentro de dos meses abrirán la sucursal.

Cuando escuché a mi amigo se reforzó en mi cabeza la idea de que hay ciertas personas que tienen la vocación y el alma empresarial. Tienen la visión suficiente para descubrir un espacio donde nadie más lo había visto y, lo más importante, saben cómo aprovechar el momento. Yo no soy de estas personas.

Si tuviera el capital para crear un negocio habría instalado una librería. Pero en un país donde casi no hay lectores habría sido un desafío mayúsculo. Con unos amigos hablamos alguna vez de montar una librería en el centro, a la vieja usanza. Pero nuestro negocio tendría un distintivo: se encargaría de vender sólo libros centroamericanos. Y claro, tendría el accesorio de una cafetería para aprovechar a los que sólo desean tomar un tentempié.

Otra de nuestras ideas era instalar una librería con una sección de papelería: cuadernos, lapiceros, borradores, reglas, etc. Y mientras tanto, los clientes podían echar un vistazo entre los estantes donde encontrarían libros de poesía, ensayo y novela. En idea quedó todo.

Las librerías locales deben vender títulos populares: de superación, escándalo, biografías de artistas del espectáculo, novela rosa, etc. Son sus "vacas lecheras". Estas ventas les permiten sostener inventarios que ofrecen libros menos atractivos para la mayoría. Es difícil sustraerse a esta realidad.

En otros países he entrado a librerías gigantescas, donde es posible revisar estantes durante horas y horas. Ojalá que podamos ver eso en nuestro propio patio, aunque es muy difícil debido a nuestras condiciones económicas y culturales.