No recordaba cuánto me gusta esta película. Y qué bueno, porque cuando la vi de nuevo el fin de semana me gustó igual. Como en esta ocasión la pantalla en la que la vi fue de mi computadora, no pude apreciar toda la belleza de las tomas costeras que Jane Campion incluyó. Pero bueno, la memoria las guarda con mucho cariño, y seguro que se mezclan con algún atardecer marítimo de la Tierra de collares.
Un par de años después de ver la película entré a una venta de muebles viejos, sólo para mirar qué había. Oh, gran sorpresa. Encontré unos discos y ahí estaba la banda sonora de El piano, compuesta por Michael Nyman. Es un conjunto de melodías tristes, melancólicas. Pero entre esas notas también hay tiempo para el juego, y al final para la esperanza. Es uno de mis discos favoritos.
Holly Hunter, Harvey Keitel y Sam Neill forman un triángulo espectacular. Quizá el personaje que Neill interpreta es el más extraño. Alisdair Stewart es una persona llena de contradicciones, que lo llevan al límite de la locura. Demuestra mucha ternura, y también un odio irrefrenable. No sé si odiarlo o tenerle lástima.
Aunque casi no se escucha la voz de Holly Hunter, las pocas palabras que pronuncia en esta película son suficientes para que recuerde cuánto me gusta su acento. Le dio mucho color a La mujer elástica, de Los increíbles. Como Ada, la mujer que cruza el mundo para reunirse con un marido al que no conoce, se convierte en una escocesa de la que oímos sólo sus pensamientos. Es su piano el que le sirve para comunicarse.
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