Ayer hablábamos con un amigo del retroceso que ha tenido la celebración del Halloween, pues tal y como ha sucedido en los años anteriores, ya no se observan grupos de niños que salgan a pedir dulces la noche del 31 de octubre. Algunos locales comerciales celebraron fiestas infantiles, pero con muy poca asistencia.
Mi amigo recordó también que muchos juegos que nosotros practicábamos en la niñez han desaparecido. En esta época hacían su aparición las piscuchas (cometas o barriletes, como ustedes les llamen), aprovechando la temporada de vientos. Pero ahora ni siquiera he visto las ventas de estos artefactos junto a las calles. También ha fallecido la costumbre de jugar con trompos, chibolas (canicas) y capiruchos (baleros). Así es en las ciudades. No sé lo que ocurrirá en el campo.
Muchos adultos lamentan que ahora los muchachos prefieran jugar con sus Nintendo, X-box y otros equipos electrónicos, en lugar de hacer alguna actividad al aire libre. Claro, hay padres de familia que prefieren que sus hijos estén en casa, en lugar de arriesgarse a sufrir un asalto o algo peor. El bombardeo cultural que recibimos del norte, entre otros factores, ha modificado para siempre las tradiciones locales.
La crisis económica obliga también a renunciar a muchas costumbres. El 24 y 31 de diciembre los niños vestían su "estreno", es decir, ropa nueva con la que pasaban las fiestas. Ahora muy pocas familias pueden hacer estos gastos. Para el día de difuntos se prefiere llevar flores artificiales a los cementerios, pues las autoridades de salud temen que los mosquitos se desarrollen en el agua de cubetas y floreros que se llevan a los cementerios a principios de noviembre.
No sé cómo le irá a la nueva celebración que se hará a partir de este año. Por decreto legislativo, el segundo domingo de noviembre será a partir de 2005 el "día nacional de la pupusa", el platillo nacional de la Tierra de collares. Dada la apatía con la que seguimos las tradiciones, no creo que tenga mucho arrastre entre la población.
1.11.05
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2 comentarios:
Ahora que mencionas los juegos tradicionales y los recuerdo, reflexiono que había una clara división de sexo. Mis hermanos nunca me enseñaron a jugar trompo, ni chibolas, porque esos eran “juegos de niños” y querían que jugara con muñecas, las que nunca toqué. Por eso me ganaba el mote de “varonila”, jajaja, porque yo sí volaba piscuchas, jugaba chibolas y capirucho. Claro, ahora con eso de la igualdad de género, es la moda que las chicas jueguen lo mismo que los chicos. Desgraciadamente esos juegos tan sencillos y que nos enseñaban a convivir, se han perdido casi por completo en las ciudades. Me alegró sobremanera ver un reportaje del canal 10, en donde se observaban a varios niños jugando chibolas en algún cantón del interior del país, en pleno siglo 21. Claro, niños sin opción a la tecnología y en donde todavía deben usar su ingenio y habilidad para distraerse ¿hasta cuando?
Y eso que no hablamos de juegos al aire libre como pecado, escondelero, mica envenenada y ladrón librado. Creo que también están desapareciendo.
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