4.8.05

Los gatos en Recoleta

Si hubo algo que me impresionara más que las tumbas de Evita y Luis Ángel Firpo en Recoleta fueron los 80 gatos que viven en el cementerio. Según me dijo una señora que, de manera voluntaria llega todos los días a levantar la caca de gato de las veredas, hay personas que les pagan tratamiento médico, alimentación y también la planificación familiar. Todos los gatitos están esterilizados para que no se conviertan en una plaga. Son bastante mansos, y una incluso se dejó acariciar aunque con cierta reserva inicial. Es una gata tuerta, y con mucha paciencia dejó que le tomara varias fotografías.

Sorprendente el culto que aún se le practica a Evita. La tumba está llena de coronas de flores y carteles de distintos movimientos sindicales y comunidades. Hace unos días se conmemoró el aniversario de su muerte. Por otro lado, la tumba de Bioy Casares sólo tenía una rosa amarilla en cada costado. La de Firpo no tenía nada. La estatua del boxeador está mirando hacia uno de los pasajes que se dirigen al centro del camposanto. También visité las de Sarmiento, Vélez Sársfield, la familia Mitre y muchas más.

Al salir del cementerio fui a la facultad de derecho, y al parque adjunto con una gigantesca estatua de una flor de metal. Luego subí hasta la biblioteca nacional, un edificio apabullante. Caminé hasta encontrar la avenida Santa Fe. Aquí me encuentro ahora, en un cíber pequeñito. Voy en camino a 9 de julio, pues tengo un espacio reservado en una visita guiada al teatro Colón.

Olvidaba decir dos cosas de Recoleta: me llamó mucho la atención un partido de fútbol en uno de sus parques, pues sólo jugaban mujeres. En esos detalles me doy cuenta del nivel de pasión deportiva que existe aquí en la Argentina. Lo segundo que olvidaba contar fue sobre la señora que me explicó la historia de los gatos. Luego de estar hablando unos diez minutos me preguntó: "¿y usted de qué parte de Brasil viene?". Casi puedo jurar que pronunció: "Brasiel", así como se escucha a un canarinho mencionar el nombre de su país. Yo la saqué de su error, pero mejor le hubiera dicho que venía de Salvador de Bahía.

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