Hay cosas pequeñas que impresionan mucho cuando uno viaja. La primera voltereta fue con las servilletas que se utilizan en Buenos Aires. Sólo una vez han sido iguales a las que yo he utilizado siempre: esponjosas, rugosas y grandes. Aquí siento que me limpio la boca con un pedazo de papel lustroso. Las servilletas son pequeñas, tiesas y tienen casi todas un marco azul cerca del borde. Secan igual, pero se utilizan varias durante una comida. Los taxistas porteños no tienen nada que envidiarle a los salvadoreños. Es más, sus buenas lecciones podrían darles. El tráfico de Buenos Aires mete miedo. Yo no me aventuraría tan fácil a manejar aquí. La avenida 9 de julio, según dicen, es la más ancha del mundo. Sí que resulta complicado cruzar a izquierda o derecha, pero los taxistas conducen con mucha osadía y cuando pueden le meten la pata para ganarle al semáforo. Caminito es todo lo que me dijeron: un lugar para el turista, al final del barrio de la Boca. Ésta es una zona deprimida de la capital, y el río está contaminado. Sin embargo, la pintura de las casas forma un mosaico agradable, y las estructuras de hojas de lámina convierten a esta zona en un deleite para los visitantes. Hay muchos artistas callejeros que venden sus acuarelas y óleos. Hay bailarines de tango y guitarristas que llegan a ganarse el pan con las donaciones espontáneas. Por todos lados se observan los colores del Boca Juniors, el equipo de la zona, y la figura de Maradona. Paso, yo soy de River. Luego de Caminito he ido a San Telmo. Por desgracia, las ferias callejeras sólo se dan el fin de semana, y para entonces ya estaré en camino a la Tierra de collares. Ni modo, un pretexto para regresar algún día. Las librerías son fantásticas, pero los precios de las mejores son iguales que las de San Salvador. Con razón se queja tanto la población local. Yo compró sólo libros que supongo no encontraré en Sívar. Llevo los cuentos completos de Capote y Saer, un par de novelas de Pynchon, y un montón de libros más que deben durarme para los próximos dos años. ¡Espero que la feria de libro de este mes en San Salvador no sea muy buena! Me va a dar un conflicto económico-emocional si descubro ahí los ejemplares que me llevo de Buenos Aires. |
3.8.05
Caminito, servilletas y taxistas
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2 comentarios:
wowwww!! estoy muy contento ke vas a conocer el mundo de thomas pynchon;
mira, hay tambien un joven escritor italiano que tanto le gusta pynchon que se hace llamar tommaso pincio http://www.tommasopincio.com/
a mi me encantan los dos....
Ya conocía el trabajo de Pynchon. Su libro Mason y Dixon, que me pareció fantástico, es considerado por la crítica como su obra maestra
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