10.12.09

Pies de barro

En los últimos días las noticias de Internet han estado revueltas debido al escándalo surgido en torno a la familia del golfista Tiger Woods. Un mes atrás era un modelo de virtudes, el hombre que había roto todos los esquemas en un deporte de elite y que se encaminaba sin grandes obstáculos a convertirse en el mejor golfista de la historia.

Pero hace dos semanas ocurrió lo inesperado: un accidente automovilístico frente a su casa, su carro con los vidrios traseros destrozados y Woods recostado en la acera mientras su esposa llamaba al 911. La primera versión decía que ella había roto los vidrios para sacarlo del carro. De ahí todo se complicó.

Surgió el rumor de las infidelidades de Woods, de una larga relación con otra mujer, de otras que a lo mejor se dejaron caer por su hotel una noche o dos. Ya hay una avalancha de personas que despotrican contra el adúltero y que le sugieren a la esposa que le saque todo el dinero que pueda luego de un sonado y turbulento proceso de divorcio.

No trato de defender a Woods, pero me llama la atención lo rápido que han estallado los pies de barro del ídolo. Esa visión de blanco y negro de los medios informativos es típica de los que buscan leña para quemar en un día frío. La avidez con que se escudriña ahora su vida es asombrosa. Será el deporte favorito de las redacciones de medios para lo que resta del año.

Seguro que Woods estará en estos momentos lamentando los errores que cometió. ¿Acaso pensaba que nadie iba a descubrirlo? En esta era de la información las figuras públicas deben comportarse como estatuas de mármol, pura brillantez y rectitud.

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