Es la isla ubicada en el centro del lago que tiene forma de lágrima. Es la isla donde los nuevos visitantes de Éynix se manifiestan. Llegan con la primera luz, en una playa de arena suave, ateridos de frío, casi ciegos, casi muertos.
Justo en el momento en que la luz del día se presenta con la brusquedad de siempre, los cuerpos de los nuevos habitantes se presentan ante aquellos que llegan a recibirlos. Yo he estado ahí algunas veces, y al verlos recuerdo mi propia experiencia, el día de mi venida. Sentía mucho frío y apenas podía ver a unos cuantos metros de distancia. Me cubrieron con sábanas hasta que entré en calor y superé la confusión del viaje.
Tardé algunos días en comprender. Me lo explicaron muchas veces, pero las palabras entraban en mi cabeza y no echaban raíces. Éynix. ¿Qué clase de mundo es este? Ni siquiera los filósofos más lúcidos pueden responder a esta pregunta. Pedazo a pedazo han elaborado una teoría, un intento de respuesta. Llevo medio siglo aquí y aún me maravillo al comienzo de cada jornada.
Los nuevos visitantes tardarán algún tiempo en acoplarse a nuestro ritmo de vida. Cada quien es libre para dormir las horas que quiera. A todos los nuevos les sucede lo mismo. Duermen diez o doce horas, lo suficiente para no padecer el silencio de las noches. Luego se percatan de que no hay escapatoria, que estarán aquí por cien años y que luego se marcharán nadie sabe dónde. ¿Será esto lo que llaman purgatorio? No lo creo.
26.4.07
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