4.12.06

País de nieve



Una de las cosas que más me gustan del estilo de Yasunari Kawabata es la delicadeza de su prosa. El texto nos envuelve de una manera tan sutil que no nos percatamos cuando estamos dentro de la historia por completo. Así ha sucedido cuando leí País de nieve.

Shimamura, que vive en Tokio con su familia, abandona por algunos días el hogar y viaja a un pueblo en las montañas. Ahí conoce a Komako, una joven que posteriormente se convertirá en una geisha. Shimamura regresa cada otoño atraído por la belleza del lugar y la simpatía de la muchacha.

En una de sus visitas, el hombre conoce a Yoko, una muchacha triste y solitaria que ha perdido a sus seres queridos. Shimamura siente mucha curiosidad por conocer más detalles de la vida de Yoko, así como de la de Komako. Pero ésta se muestra esquiva cuando debe hablar de su pasado. Cada vez que tiene un momento libre, corre a la habitación de Shimamura para estar junto a él, aunque sólo sea por diez minutos. Poco a poco suelta pistas sobre su pasado.

A pesar de que Komako y Shimamura se cuidan mucho de las habladurías de los vecinos, para todos es patente la relación tan estrecha que se ha establecido entre ellos. No puede llamarse amor, porque los temores y las reservas que mantienen son muy fuertes. Esas barreras, que construyen sin percatarse, son las que los mantienen alejados.

Komako y Yoko constituyen dos partes del misterio del país de nieve, donde Shimamura intenta rescatar una parte de sus sentimientos perdidos. Pero este misterio quedará indescifrado, porque la tragedia se encargará de destruir este triángulo.

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