26.8.05

El turno del escriba

A Borges no le agradaba el término "novela histórica", que por cierto se ha extendido bastante en nuestra época. Si utilizamos la definición moderna, entre los ejemplares más antiguos de este género se encontrarían la Ilíada y la Odisea. Los estudiosos las seguirán contando dentro de la épica antigua, no le busquemos más clasificaciones.

Este tipo de novela busca recrear (nunca mejor dicho, pues re-crea a través de la ficción) un hecho muy conocido del pasado. Los personajes son tomados del episodio histórico que se estudia, y el autor les añade características nacidas de su imaginación.

El turno del escriba es la novela ganadora del premio Alfaguara 2005, y fue escrito por las argentinas Graciela Montes y Ema Wolf. Narra el encuentro entre el escriba Rustichello y Marco Polo, en una cárcel de Génova, a finales del siglo XIII. El escriba decide elaborar el libro que detalle los viajes del veneciano por Asia, para así conseguir atraer la atención de una casa real de Europa que pague su rescate de prisión. Las autoras han hecho un fuerte trabajo de investigación, tanto de los giros del idioma como de la atmósfera de la ciudad portuaria. La ficción comienza cuando imaginan las conversaciones, el ambiente dentro de la cárcel, el desarrollo de las intrigas usuales que discurren entre las familias poderosas. Dentro de este aspecto, se ha hecho un excelente trabajo.

La debilidad que percibo en este libro radica en la falta de atracción del tema. La novela histórica, por lo general, aprovecha un tema conocido y que es de mucho interés para el público. Creo que no supieron explotar el encuentro entre estos dos personajes, pues la narración corre tranquila, como un arroyo silencioso. El final queda demasiado abierto. Hay muchas preguntas inconclusas, más de las necesarias. Es posible obtener una gran novela contando cómo se ha elaborado un libro o alguna otra pieza artística. El turno del escriba, en mi triste opinión, se quedó corto. Me pegó más el libro ganador del año anterior -Delirio, de Laura Restrepo-.

Como sé que en gustos se rompen géneros, no dudo que haya opiniones contrarias a la mía. Qué bueno que sea así, porque el mundo sería muy aburrido si todos pensáramos igual.

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