Antes fueron Nueva York y Madrid, pero también Kabul, Bagdad, Beirut, Jerusalem, Gaza, Tokio, Manila, San Salvador, Managua, La Habana, Buenos Aires, Colombo, Nueva Dehli, Islamabad, Belfast, y tantas otras ciudades, que la memoria no me alcanza.
Pienso en mis amigos que viven en Londres, en si estarán bien y en lo angustiados que deben encontrarse. Pienso que los amigos que viven fuera de San Salvador se preguntarán si no me han dado un balazo en alguna esquina. Nadie está a salvo, en ninguna parte del mundo, de sufrir una muerte violenta.
Recuerdo a Ignacio Ellacuría, quien decía que la ley del ojo por ojo no tenía, a la larga, más efecto que dejarnos a todos ciegos. Temo que este atentado en Londres provoque una espiral de violencia aún mayor: más venganzas, más respuestas, más terror en el mundo.
Quiero creer que todos buscamos un mundo distinto, justo, fraterno.
7.7.05
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