9.7.08

El color del agua


Hace unos días me prestaron un libro que es de una línea que no acostumbro: la no ficción. Muchas personas prefieren este tipo de libros porque, dicen, está más cerca de la realidad. A mí me sucede lo contrario. En la ficción es que encuentro más cercanía al mundo real.

El color del agua, escrito por James McBride, es un relato acerca de la madre del autor y de la familia que fundó. Ella, una mujer blanca de origen judío, se casó con un afroamericano en los años cuarenta. Eso provocó que su familia la diera por muerta y se negara a verla. Ni siquiera permitieron que se despidiera de su madre agonizante.

McBride hace un contrapunto entre sus recuerdos y las declaraciones de su madre. Ambas narraciones recogen la vida de dos familias que no parecen tener contacto. Por un lado están los Shilsky, encabezados por un rabino cascarrabias, avaro y racista, que sólo compra a sus hijos ropa usada, mientras que para sí compra cada año un automóvil nuevo. El rabino establece un almacén en una pequeña ciudad de Virginia, donde cría a sus hijos de una manera despótica.

La otra parte del relato contiene la vida del autor, sus recuerdos de infancia y juventud, la vergüenza que sentía de que sus amigos descubrieran que su madre era de raza blanca. A pesar de la pobreza en la que vivían, la mujer envió a sus doce hijos -ocho del primer matrimonio. Luego, al enviudar, se casó con otro afroamericano y tuvo cuatro hijos más-, a la universidad. Se convirtió al cristianismo y dejó atrás su vida en Virginia.

La elaboración de este libro permitió al autor descubrir detalles desconocidos de la vida de su madre que permanecieron sepultados por más de cuarenta años. Él afirma que a través de este viaje también se descubrió a sí mismo. Supo de la cadena de acontecimientos que se acumularon para que sus padres al fin se conocieran en Nueva York, en una época en la que un hombre de raza negra podía morir ahorcado si era visto en compañía de una mujer blanca en los estados del sur.

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