Tos

Tengo tos.

Cada vez que pesco una tos sé que va a durar muchos días. Primero, porque trabajo en una oficina con aire acondicionado. Segundo, porque me enfermo de tos en la época lluviosa, cuando justo como en este momento hay grandes cambios de temperatura en pocas horas.

Y ahí voy a la farmacia a comprar jarabe, pero de esos que sólo tienen productos naturales, porque hay que tratar bien al cuerpo que nos han prestado en esta vida. Cuando me cure voy a comer un montón de cosas insalubres para compensar, que de algo tenemos que morirnos a fin de cuentas.

A la hora de dormir ya hice un ritual: la pastilla antigripal, el jarabe, dos o tres minutos de espera y luego a lavarme los dientes. Me acuesto de lado, porque de lo contrario la tos comienza a molestar. Me tiro dos colchas encima y a intentar colocar la mente en blanco, porque de lo contrario llego al amanecer.

Cada año me hablan de un remedio nuevo para curar la tos: desde jugo de naranja hasta té de manzanilla y otras yerbas –literalmente-. Pero sé que sólo hay una medicina que me sirve: estar lejos del aire acondicionado un par de días. Qué bueno que llegó el fin de semana.