En los últimos años se ha notado una disminución de las celebraciones del 31 de octubre en la Tierra de collares. La fiesta está desapareciendo con bastante rapidez. El Diario de hoy publicó un artículo al respecto. Por primera vez, que me haya dado cuenta, se comenta esto en los periódicos nacionales.
Recuerdo que hace 25 años, en la antesala de la guerra civil, se organizaban grupos de niños y muchachos que pedían dulces y chocolates durante el Halloween. Primero había una fiesta que comenzaba a las cinco o seis de la tarde, y de ahí los participantes salían a hacer su recorrido. Era normal que varios grupos se encontraran por las calles, envidiándose mutuamente por la cantidad de golosinas recolectadas o la calidad de los atuendos.
Hubo una ocasión en la que me vestí de diablo, con máscara, traje y tridente. Encendimos una fogata y armamos un buen barullo. En esa época ya habían hecho su aparición los disfraces de soldado, mercenario y guerrillero. Este último era muy sencillo: blue jeans, camisa negra o azul, gorra y una pañoleta negra o roja que cubría la mitad de la cara. Estas curiosidades nunca fueron apreciadas por los sociólogos.
Cuando empecé a trabajar noté que el Halloween ya no era tan ruidoso como antes. Cada año ha ido bajando de intensidad. Desde hace tres años, por ejemplo, nadie ha llegado a mi casa a pedirme dulces. Los niños de la colonia ya no salen en esta fecha. Ahora parece que el día de brujas sólo es recordado por las discotecas y bares que organizan fiestas de disfraces.
Tal y como menciona el artículo del Diario de hoy, el componente religioso puede estar influyendo en esta conducta. Mucha gente asocia hoy el Halloween a una fiesta satánica. Yo, como antiguo miembro de esos racimos de muchachos que colectaban golosinas, creo que sus adeptos se reducirán aún más con el paso de los años. Dentro de una década, supongo, quedará reservado a los locales donde se organiza una pachanga con cualquier pretexto.
31.10.05
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
Al principio, la costumbre avanzó promovida por grupos de personas que habían vivido en EE.UU. o ciudadanos estadounidenses que vivían acá. Se volvió comercial durante el tiempo de la guerra. Más me parece que era un escape de la dura realidad que se vivía.
Luego de los acuerdos de paz, la cosa siguió, hasta que entró en escena el actual Arzobispo de San Salvador. Me parece que el dio algunas declaraciones marcando como satánica la celebración, y de ahí en adelante los grandes comercios se han abstenido de vender artículos relacionados con la fiesta. Puedes comprobarlo, visitando los grandes almacenes a mediados de octubre y verás que ya están listos para vender artículos navideños.
A mí me parece que la gran empresa es quien ha hecho un boicot de tipo religioso, en aras de los valores familiares, tema de moda en estos días entre la clase alta. Por supuesto, los adolescentes, se rebelan contra esto y celebran la fiesta en bares y discotecas, y son los pequeños negocios quienes se encargan de proveer la parafernalia y se quedan con la plata.
Me sorprende que los supermercados y tiendas ya estén vendiendo artículos navideños. Los negocios van de fiesta en fiesta proveyéndonos de todo lo que no necesitamos.
Incluso las tiendas pequeñas han advertido el retroceso del Halloween. Los adolescentes hacen fiesta por todo, así que no es de extrañar que sean ellos los que mantienen la tradición.
Mi familia nunca fue partidaria del Halloween , pero recuerdo en época de guerra y como tú bien dices, servía de distracción, especialmente a los niños que casi no podíamos salir de nuestras casas. Recuerdo un par de años en que mi hermana convocó a todos los niños de la cuadra donde vivíamos, se hacía una cooperacha y compraban piñatas y hacían horchata y eso era todo; cerraban la cuadra con un par de carros estacionados y lo bonito era que no solo los niños de la cuadra asistían, sino muchos que nunca habíamos visto. Nada que ver con el Halloween, pero aprovechabamos la “tregua” de la fecha para distraernos un poco y de paso librarnos un día del toque de queda.
Lo que desconozco es si este tipo de fiestas se daban también en los pueblos. Casi me atrevería a decir que sólo ocurrían en las ciudades grandes.
Hay que aclarar que Halloween no es tradición salvadoreña, y sólo supe de ella cuando en mi juventud fui invitado a alguna fiesta realizada entre los mormones (los "gringos" la fomentaban, y los jóvenes aprovechaban para hacer fiesta por eso). Siempre he vivido entre los barrios de San Salvador y quizá por eso nunca supe que corrían niños en busca de dulces en una "fiesta" como Halloween. Corrí por dulces detrás de alguna carroza y en algún cumpleaños, donde por suerte también nos servían horchata.
Publicar un comentario