15.8.05

El poder de la prensa

Ayer por la noche, luego de un fallido intento por dormir, encendí la televisión y vi la película News at eleven, protagonizada por Martin Sheen. En ella, el presentador estrella de un noticiero se enfrenta a muchos problemas de tipo moral, pues el nuevo jefe del noticiero quiere explotar una historia de abuso sexual para elevar el rating del canal.

El profesor de drama de una escuela es acusado de abusar de una de sus alumnas, y la cobertura que el canal hace coquetea con el amarillismo. Como casi siempre, Martin Sheen es el bueno y sale limpio de esa prueba, dándole una lección al jefe del noticiero. Sin embargo, esta película y muchas otras de temática similar me hacen pensar en el poder que la prensa (escrita, televisiva, radial y por Internet) ha obtenido en estos años.

Durante la primera guerra del golfo, George Bush padre vio con asombro que CNN lanzó al mundo la exclusiva del inicio de la ofensiva contra Irak. Bush tenía planeado enviar un mensaje esa noche para dar los detalles, y la cadena de noticias se le adelantó por unos minutos. La tecnología permite que veamos en nuestros televisores la cobertura de un hecho con apenas segundos de retraso, el tiempo que tarda la señal en rebotar en los satélites artificiales y llegar a la estación local. Ya nadie puede decir que ignora lo que sucede en un país remoto.

¿O es posible?

Por desgracia, muchas de las grandes cadenas de noticias, en cualquier formato, se encuentran sesgadas hacia la noticia que vende, que está de moda. Nuestro morbo por invadir las vidas de otros también las ayuda. ¿Por qué hay tantos periodistas que siguen a los famosos? Porque nosotros queremos saber sobre ellos. ¿Por qué no hay una investigación seria y profunda sobre la pobreza en nuestro país? Porque las noticias derivadas de la delincuencia social u organizada son más "llamativas". Parece que nadie se ha enterado que la pobreza, la falta de educación y el hacinamiento son factores que pueden estar desencadenando la violencia de las pandillas.

Los periodistas de hoy tienen la gran responsabilidad de cumplir su misión con honestidad. Al mismo tiempo, los dueños de los medios deben sacrificar una parte de sus beneficios económicos para obtener la independencia necesaria que les permita comunicarse con su público de una manera efectiva, sin sesgos ni manipulación. Todo un reto en este mundo globalizado, donde a veces nos olvidamos que sólo estamos de paso.

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