
¡Qué hueva! Estoy de vacaciones, y como podrán apreciar, mi pijama celeste es mi compañera fiel en estos días. Perdonen que haya puesto mis pies sobre el escritorio, pero como muy pocas personas leen este blog, mi secreto está dentro de un círculo fiel y selecto.
Aproveché estos días para mandar mi carroza al mecánico. Ahí se fue buena parte de mi aguinaldo (aguilucho, como le decimos en la Tierra de collares). Quedó muy bien. Dice el mecánico que tengo carro para rato, a menos que lo haga torta en algún poste. Todos los golpes que le he dado a mi carro (y al que tuve antes) fueron contra objetos estacionados: un camión, un microbús, un taxi, un arbusto y un extractor de aire (!!).
Hoy tuve la ocurrencia de ir al banco. Según yo iba a ser nada más de entrar y salir, pero las cien personas que encontré debieron pensar lo mismo que yo. Total, pasé media hora haciendo cola. Lo bueno es que después me fui a almorzar un pan con chumpe con un vaso de horchata.
Ahora que me acuerdo: desde esta palestra pública, en la que se discuten los temas de actualidad, los más candentes y embarazosos, elevo mi protesta más enérgica en contra de las cadenas de cines que se atreven a entregarnos una programación de películas tan raquítica. ¡No se vale! Y yo que pensaba darme el gusto de brincar de una sala a otra. ¿Qué te hiciste, Tom Hanks? ¿Dónde estás, Mel Gibson? ¿Adónde te escondiste, Nicole Kidman?
Qué hueva.