3.1.06

Modorra

San Salvador amaneció ayer con modorra. Cuando iba manejando para la oficina encontré las calles vacías, y muchos negocios estaban cerrados. Parece que no se resignaron a que el 1 de enero cayera en domingo, y decidieron otorgar un día de permiso.

Lo que no observé ayer fue si se habían formado grandes colas en los bancos. Por lo general, luego de las vacaciones la gente se queda sin plata -en la tierra de collares le decimos "pisto"-. A los cajeros automáticos se les acaban los fondos y los clientes sacan de sus cuentas dentro de las agencias.

Las calles estaban relativamente limpias, sin tantos papeles provenientes de las quemas de pólvora. De hecho, cada año se distribuye menos de este producto. Parece que la publicidad en contra, las noticias de niños quemados, y el alto costo de adquisición los están condenando a desaparecer -lo que, por cierto, me alegra.

Hoy por la mañana he encontrado más tráfico, pero parece que todavía no arrancamos del todo. Quizá mañana vuelvan los queridos y añorados embotellamientos.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Sabes, tengo una mezcla de sentimientos respecto a la quema de pólvora en navidad. Sé de las estadístcas de niños mutilados por ésta "diversión",a parte de los niños que se mutilan por "trabajar" haciendo cohetes y eso me duele mucho, pero yo crecí quemando pólvora y recuerdo cuánto me gustaba hacerlo, pasaba todo el año esperando la navidad para eso (a lo mejor soy una piromaníaca asolapada), aunque alguna veces me tocaba al final del día andar mis deditos embadurnados de una pomada amarilla, por no haber sido lo sufuientemente rápida para lanzar el "cuete". Para un niño es algo mágico.
En el fondo, no deseo que se acaben los cohetillos, deseo que regulen la manufacutura y que los adultos seamos más responsables en el cuido de los menores.

Joan Guerrero dijo...

Bueno, se lo que dices antares, eso pasa en mi nación.
Lamentablemente llevan añales diciendo a los medios que se han de regular la pólvora (o fuegos artificales como decimos localmente), y fijate, cada año, sucede lo mismo, y lo mismo de siempre: quemaduras, varios muertos. Negligencia, es todo.

Aldebarán dijo...

Hay que distingir diferentes niveles de peligrosidad en la pólvora. Tristemente, el producto nacional es el más peligroso, pues consiste básicamente de cohetillos, cohetes, silbadores, buscaniguas. En cambio, el producto importado, que hoy llaman simplemente "luces", tiene más colorido y es un poco menos peligroso.
Sí, hace falta regular su producción y distribución. Lo raro es que los diputados no hayan hecho nada sobre el tema. Lo entiendo con repecto al tema de las armas de fuego, por los intereses económicos existentes. ¿Pasará lo mismo con la fabricación de productos pirotécnicos?

Unknown dijo...

Antares: no sé cuántas veces me quemé con pólvora cuando niño. En una ocasión me reventaron tres silbadores en la mano en el lapso de una hora. De milagro no sucedió algo peor.

Creo que ha llegado la hora de prohibir esos productos. Como dice Aldebarán, quizás las "luces" sean menos peligrosas, pero deben ser manipuladas sólo por adultos.

Mak: me gustó mucho tu blog. Gracias por la visita.

Julio Suárez Anturi dijo...

Tengo sentimientos encontrados. En general, me desagrada la pólvora callejera, constituye un peligro y despierta algunas pasiones (¿pirómanas?) en la muchachada, que no siempre se controlan bien por parte de los adultos.
Pero hay fuegos artificiales que son de un colorido espectacular, no producen ruido ni explotan. Y no hablo de las conocidas 'luces de bengala' (no sé el origen del nombre).